sábado, 10 de enero de 2009

HASTA PRONTO ROMA



Desde que era niño, Roma ha sido mi pasión. Siempre he querido entregarme a ella para hacerla más grande en esplendor de lo que ya era. Nuestros líderes eran sabios, respetados y muy queridos; nuestras gentes eran amables y vivíamos en paz.

Conforme fui creciendo, Roma siguió siendo la causa de muchísimas emociones que se manifestaban en mí. Alegría, ilusión y muchas más que no podría describir, hicieron que el pertenecer a Roma y gritar a los cuatro vientos su majestuosidad, se convirtiera en el sueño de mi vida. Cuando por fin lo conseguí, para mí todo era luz y belleza; Roma era la mejor ciudad del mundo y pensaba que no había algo igual de hermoso que la imagen que yo observaba.

Pero la grandeza llegó a tal punto, que se empezó a experimentar un cambio en mi querida ciudad. Nubes oscuras empezaron a cubrir el cielo de Roma, y poco a poco la ciudad fue cambiando. Las personas que antaño eran felices y eran de bien, ahora buscan su felicidad haciendo daño a sus prójimos; la ciudad que tenía un blanco resplandor debido al mármol de sus edificios, se fue tornando negro, y el aire puro que se respiraba en sus colinas, adquirió olor a odio, dolor y envidia.

Los dirigentes de Roma no se preocupan por su pueblo. Se dedican a especular entre ellos y sobre los demás, y ellos mismos se clavan puñales en la espalda. Les mueve el poder, el tener un gran estatus. Este afán de protagonismo, está destruyendo lo que mucha gente con esfuerzo consiguió y por desgracia, de lo bueno que existía, no quedará nada. Ahora, lo que para mí era luz, se ha convertido en oscuridad.

Por eso, desde mi casa reúno mis bienes y mis preciosos recuerdos de la estancia en este lugar, para partir lejos, porque mi sueño se convirtió en una falsa. Dicen que aunque todo este lleno de oscuridad, siempre hay una luz pequeñita. Me voy con la esperanza de que esa luz brote de nuevo con todo su esplendor, y destruya esta oscuridad dando paso a una nueva era donde la justicia y las personas de bien vuelvan a poblar Roma. Es una tarea complicada de momento, pero sé que no es imposible; por eso no doy un adiós; simplemente digo: HASTA PRONTO, ROMA.